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Masajes, ¿Cuando recurrir a ellos?

Si eres un profesional del mundo de la fisioterapia estarás cansado de tantas peticiones de masajes que cualquier persona cercana a ti te habrá hecho a la mínima dolencia física.

Es hora de que no asociemos únicamente a los fisioterapeutas con los masajes y empecemos a tener claro de que existen múltiples técnicas dentro de la fisioterapia para combatir, mejorar e incluso prevenir, cualquier dolencia o limitación física.

Y es que no solo nos conformamos a solicitar cientos de masajes a nuestro amigo “el fisio”, sino que también tendemos a recurrir a este tratamiento cuando, quizás, no sea el más apropiado en nuestro caso.

Es por eso que hoy queremos aclarar cuando, en fisioterapia, debes recurrir a un masaje como tratamiento y cuando no.

Cuando SÍ recurrir al masaje

Todos sabemos que la función principal de los masajes es generar endorfinas, que es lo que produce ese efecto placentero que todos deseamos cada vez que acudimos a que nos den un masaje.

No obstante, si hay gente que piensa que el efecto tiene la misma duración que el masaje se equivoca. El masaje como relajación es idóneo para personas nerviosas o con altos niveles de estrés, o incluso para personas que les cuesta a dormir.

Otro aspecto fundamental de los masajes es su efecto descontracturante. El masaje relaja los músculos y alivia las tensiones de las zonas dolorosas y contracturadas, incluso, con un tratamiento continuo, puede llegar a eliminar la lesión.

El masaje también activa la musculación, con lo que es recomendable antes de realizar cualquier actividad física de alto nivel, como una competición.

Por último, los masajes también se caracterizan por su efecto cicatrizante, ya que elimina las adherencias de los tejidos y da elasticidad a la cicatriz.

Cabe resaltar que los masajes, además de producir los efectos mencionados, es un tratamiento recomendable para cualquier persona de forma habitual pese a que no padezca ninguna lesión para que, precisamente, las prevenga.

Cuando NO recurrir al masaje

Es sencillo, no vayas a darte un masaje en zonas que tengas cualquier herida, ni en zonas donde haya una intervención quirúrgica. En estos casos, se requiere otro tratamiento.

Lo mismo ocurre con dolores crónicos centralizados o cualquier problema articular. En estos casos se requieren tratamientos que produzcan efectos en zonas más amplias o incluso en el cuerpo entero. Por el contrario el masaje únicamente trata zonas concretas.

Finalmente, el masaje no es apto para enfermedades neurológicas.

Dicho esto, ante cualquier dolencia física debemos asegurarnos qué tipo de dolor poseemos y, en consecuencia, qué tipo de tratamiento necesitamos. Como se ha mencionado, los masajes sí forman parte de los tratamientos terapéuticos, pero no son los únicos que pueden realizar los fisioterapeutas.